Se nos hace difícil escribir estas
líneas, en un momento que parece que la vida pasa como un relámpago. Hace unos
días, horas, le vimos, estaba animado, se veía a ese hombre inquieto, deseando
vivir, y anoche recibes una llamada para decirte que todo se ha acabado. Ha
sido un mazazo, un golpe, sin duda alguna, del que uno tardará en reponerse.
Y es que Valeriano, nuestro
sempiterno presidente, nuestro socio número uno, se nos ha ido. Lo ha hecho
como siempre ha sido él, tranquilo, sereno, en silencio. Y es que esa maldita,
esa cruel enfermedad que nos negamos a nombrar se ha llevado a un hombre que se
encontraba en la plenitud de la vida, cuando más se merecía disfrutar de su
existencia.
Todos los años dedicados a la
enseñanza, al magisterio, a guiar por la vida a sus alumnos, habían dado paso
al retiro, al descanso merecido, a ver la vida con otros ojos, a marcarse otros
planteamientos, a empezar a disfrutar.
Pero no ha podido ser, y es que nos
deja la referencia, el hombre en el que todos nos miramos, al que todos acudíamos
para oírle, para escucharle, para ser partícipes de sus historias, de sus
andanzas. Desde hoy, que nos ha dejado físicamente, se convertirá en nuestra
referencia, en nuestra imagen.
Siempre recordaremos a Valeriano
como un hombre sencillo, calmado, que gustaba de estar con sus amigos, de
ayudar, enfundado en ese cuerpo menudo, pero que atesoraba grandes gestas, que
hasta el final de sus días estaba en los caminos, corriendo, bregando con su
cuerpo, marcándose nuevos objetivos, demostrando que cruzar la meta era lo
importante, que el éxito se encontraba marcado en ese instante, que lo demás es
momentáneo.
Los que empezamos en este mundo del
atletismo popular nos encontramos con él, y con él compartimos los primeros entrenamientos,
las primeras carreras, las primeras alegrías y, también, las primeras
decepciones. El nos inculcó las ganas por este deporte, nos animó a participar,
y ahora, gracias a él, por su culpa, seguimos enganchados a esta filosofía de
vida.
No podemos olvidarnos en estos
durísimos momentos, en el que los dedos, la mente, el corazón, pelean por
querer expresar tantas cosas a la vez, de su esposa, de su compañera, Marisa,
que siempre estuvo ahí a su lado, compartiendo sus desafíos deportivos,
esperando en la línea de meta, y que ahora tendrá que afrontar, sin duda
alguna, su maratón más importante, avanzar por la vida sin su presencia física.
Y también queremos dar un abrazo muy fuerte, de corazón, a sus hijos, Jorge y
Patricia, que le tendrán como referencia en su devenir por la vida.
Ahora, cuando estemos entrenando,
cuando estemos compitiendo, cuando lleguen esos metros, esos kilómetros que se
hacen duros, que se atragantan, cuando notemos que la respiración no llega a
darnos el impulso que necesitamos, ahí notaremos ese empujón, esa fuerza que
nos mandará nuestro gran amigo y compañero Valeriano, porque desde hoy ya no
correremos solos, siempre estaremos acompañados, y siempre estaremos al lado
del mejor, de quien se ha convertido por derecho propio, para nosotros, en
nuestra referencia, en leyenda, D. VALERIANO LOMBARDIA ANDRES.
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